INEPTOCRACIA


Mi saludo más afectuoso a tod@s. Hoy voy a hablar un poco de política porque, el espectáculo bochornoso que todos los partidos, sin excepción, están dando estos días en el congreso, hace que tengamos que hacer una pequeña reflexión. Obviamente, desde un plan de negocio, una de las cosas más importantes que hay que evaluar es el clima y la situación política, desde un punto de vista sociológico y como consejo de entrada, un empresario debe ser imparcial, no podemos ser apolíticos porque estamos en el mundo, pero debemos ser apartidistas. La empresa es una batalla larga que pasa por todos los frentes y fronteras políticas.

Y es, desde el apartidismo que escribo estas líneas, sería imposible no generalizar cuando la bancada entera del Congreso te hace sentir cierta vergüenza. Lo único que parece quedar de sinceridad y de buena política son las pocas, poquísimas personas con verdadera convicción política, vocacionales, de servicio público, pero sobretodo, «buena gente». Siempre refiero, que para ser buen empresario, buen político, buen amigo, buena pareja, etc., lo primero que hay que ser es buena persona. Tengo la gran suerte que los últimos años me han permitido conocer a verdaderos políticos con mayúsculas, desde presidentes de comunidades a delegados, concejales, alcaldes de partidos totalmente opuestos, etc., a verdaderas buenas personas que te hacen ver luz y seguir confiando un poco en qué el destino de este gran país tenga solución, y aunque este artículo no es para ellos, sí quiero romper una lanza por esas personas y esas políticas que nos hacen tener un poco de esperanza porque las necesitamos más que nunca.

Hace un tiempo leí al siempre interesante Jean d’Ormesson y su «palabro» INEPTOCRACIA» que se define como:

«El sistema de gobierno en el que los menos preparados para gobernar son elegidos por los menos preparados para producir y, los menos preparados para procurarse su sustento son regalados con bienes y servicios pagados con los impuestos confiscatorios sobre el trabajo y riqueza de unos productores en número descendente; y todo ello promovido de forma demagoga predicando teorías populistas, que saben que han fracasado allí donde se han aplicado»

Es curioso que la Democracia, que muchas veces es definida como la forma de gobierno menos mala, y que fue creada por los sabios atenienses en la Grecia del siglo V a. c. se postuló como un sistema en que el pueblo, más bien lego ,pudiera elegir a una asamblea de ciudadanos más preparados, doctos y formados para la función de gobierno, de ese modo, los más preparados gobernaban sobre los menos. Algo lógico,… todo lo contrario a lo actual.

La ineptocracia, no es más que la consecuencia avanzada y crónica de la partitocracia, donde los partidos, insisto, de ambas ramas con sus extremos, han ido adquiriendo poder supremo sobre la democracia interna, pasando de un grupo de personas convencidas por el bien común y preparadas dentro y fuera de su cargo político (y se vienen muchos nombres de varios partidos), a grupos criados y creados en los partidos, sin criterio propio o sin poder para expresarlo bajo el poder de sumisión de su líder. Y no solo eso, sino que han conseguido una popularidad y un rendimiento de pleitesía que les permite comportarse en muchas ocasiones de forma poco ejemplar como hemos visto y vemos cada año. Hasta yo mismo me sorprendo cuando tengo visitas de políticos, que me veo, y tengo que admitirlo, inmerso dentro de ese halo de poder que provocan; y también quiero admitir, y es justo decir que en las distancias cortas empiezan a ganar «las personas» y su servicio público por encima muchas veces del color que representan.

Yo mismo, como muchos empresarios como vosotros, estamos viviendo una época convulsa en los últimos tiempos; personalmente no me veo representado políticamente en mi condición liberal, en la que cada cual sin hacer daño a nadie haga lo que desee dentro de la norma, y que pueda aspirar con su esfuerzo a las máximas de esta vida. Estamos en un sistema polarizado de extremos que no benefician a nadie excepto a los creadores, sean del extremo que sean, se ha perdido la sensatez, el esfuerzo, la igualdad y la oportunidad para el talento y la meritocracia, pretendiendo imponer una igualdad de oportunidades pendenciera, ya que no somos iguales. En esta sociedad tenemos vagos y excelentes profesionales, tenemos personas buenas y formidables y también horribles y perversas. Quieren que carezcamos de tantos valores tan normales como el respeto, el sentimiento de unión de país (no se si existe otro país en el mundo donde la mitad no quiera su bandera y la otra mitad parezca al exhibirla que lo hace con miedo o con una reivindicación política en vez de un orgullo de sus orígenes), y no se quien es peor los de izquierdas que la odian o los de derechas que se la apropian…unos y otros necesitan simbolizar una guerra de hace 80 años. Pérez Reverte siempre dice y estoy totalmente de acuerdo, que España tiene una condición histórica de autodestruirse continuamente de forma cainita, y en contraposición, una asombrosa capacidad resiliente cada vez que se hunde; que faltó la guillotina en el siglo XIX y que fue un error no cambiar los símbolos nacionales después de una división de país fortísima. No puedo estar más de acuerdo. España ha tenido algunos dirigentes que la hicieron autodestruirse y retroceder, como Fernando VII por su fragilidad y traición continúa, Franco por su atraso y dictadura y Zapatero por desenterrar la guerra civil y el odio entre españoles; pero el actual, los va a hacer buenos a los otros tres como sigamos en esta deriva egocentrista y cortoplacista.

También sorprende como, en una sociedad globalizada, donde ser parte del grupo más numeroso siempre aporta una situación de fuerza, algunos quieran aislarse de forma simplista. Un empresario debe y tiene que ser parte de un todo, ser malagueño en Andalucía, ser andaluz en España, ser español, en Europa y ser europeo fuera del continente, y en cada demarcación saber sentir esa pertenencia con sus valores intrínsecos.

…Y toda esta convulsión personalista de los gobiernos es mala para la empresa, y lo que es malo para el negocio es malo para el trabajo, y donde no hay trabajo no hay consumo, y pasamos de nuevo a convertir un círculo virtuoso en España, que es un país de grandes libertades y oportunidades, a un círculo vicioso, y si además le añadimos un ingrediente destructor como ha sido el COVID y esta forma de gobernar a una ineptocracia,…pues a disfrutar del espectáculo

Todo este clima mata poco a poco no solo al empresario y su creación de empleo y riqueza, sino, más aún, mata el esfuerzo y la capacidad de crecimiento de muchos trabajadores. Si no se potencia el premio, le talento, el mérito, el reconocimiento y el apoyo al emprendedor no habrá, ya no solo trabajo por el que luchar sino sociedad para convivir.

Gracias por vuestro tiempo.


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